jueves, 20 de abril de 2017

chistes locos de barcos



anclas

- Papá, ¿cuántas anclas tiene un barco?
- Once
- ¿Estás seguro?
- Claro, nunca has oído eso de: "Eleven anclas"?
- Ah si, es verdad. Gracias Papi!

Titanic

El capitán del Titanic estaba en su camarote revisando los mapas cuando entra un marinero muy nervioso y le dice:
–Mi capitán, tengo 2 noticias, una buena y otra mala, ¿Cuál prefiere?
–Pues la verdad... mejor dame la buena porque hoy llevo un día horrible.
–¡Nos van a dar 9 Oscar!

buher

-Mi mujer quiso salir a la cubierta del yate y se golpeó con la ventana.
-Escotilla...
-Un montón , no veas como pone a todas las vecinas!

barco naufraho

En un barco que sufre un naufragio
- ¡Capitán, capitán, no se vaya que aún quedan mujeres en el barco!
- Si hombre, para mujeres estoy yo ahora.

Velas

El Capitán de la Nave dijo:
- ¡Suban las velas!
...y los de abajo se quedaron a oscuras...

babor

En un crucero, un borracho le pregunta a un hombre:
- ¿Donde está el capitán?
- Por babor
- Por babor, ¿Donde está el capitán?

Bravoo

Hace mucho tiempo vivió un hombre de mar, el Capitán Bravo. Era muy valiente y jamás mostró temor ante un enemigo. Una vez, navegando los siete mares, el vigía vio que se acercaba un barco pirata, y la tripulación del barco se volvió loca de terror. El capitán Bravo gritó
- Traigan mi camisa roja!!
y llevándola puesta instigó a sus hombres al ataque, y vencieron a los piratas. Unos días más tarde, el vigía vio dos barcos piratas. El capitán pidió nuevamente por su camisa roja, y la victoria volvió a ser suya.
Esa noche, sus hombres le preguntaron por qué pedia la camisa roja antes de entrar en batalla, y el capitán contestó:
- Si soy herido en combate, la camisa roja no deja ver mi sangre, y mis soldados continúan peleando sin miedo.
Todos los hombres quedaron en silencio, maravillados por el coraje de su capitán.
Al amanecer del día siguiente, el vigía vio no uno, no dos sino DIEZ barcos piratas que se acercaban. Toda la tripulación dirigió en silencio sus ojos al capitán, que con voz potente, sin demostrar miedo, gritó:
- Tráingame mis pantalones marrones!

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